Vladimir Kaspé perteneció a la última generación educada en la academia clásica y que propuso una revolución en el lenguaje. Esto le permitió entender que la modernidad no era algo pasajero, ni tampoco necesariamente una ruptura con la tradición, sino una necesidad de adaptación a los tiempos veloces que se veían venir. Kaspé coincidió en México con la brillante generación de arquitectos de mediados del siglo xx y con otros exiliados en México. Invitado por Mario Pani, primero a ser corresponsal de su revista Arquitectura para luego convertirse en el redactor principal, desarrolló un trabajo intelectual y proyectual de relevancia fundamental para la arquitectura mexicana. Kaspé afirmaba que la arquitectura no puede prescindir de su pasado ni desdeñar sus necesidades inmediatas. La creación arquitectónica, pensaba, debe basarse en el equilibrio de la multiplicidad de factores que la componen.